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Ambiente:

¿De qué hablamos desde un posicionamiento de izquierda?

 Nuestro Ambiente es una construcción social. Por tanto surge o resulta como el producto de decisiones que como sociedad hemos ido adoptando a lo largo de la historia, para transformar la naturaleza con dos grandes finalidades:

  •  por un lado satisfacer nuestras necesidades humanas y,

  • por el otro garantizar la reproducción de nuestra especie.

 

En consecuencia, el Ambiente en que vivimos y nos reproducimos no resulta de leyes naturales ni de leyes divinas; ni del azar. Tiene orígenes concretos en nuestras decisiones como sociedad. Tanto de cómo nos relacionamos entre nosotros, como en las formas en que nos relacionamos con la naturaleza.

Claro, en ese proceso histórico de transformación social de la naturaleza y sus recursos –naturales y culturales- podemos encontrar muchos períodos distintitos en los cuales hemos aplicado diversas y diferentes formas o tecnologías. Desde la etapa de seres recolectores a las actuales de la era de la globalización planetaria. Pero siempre, en todas las etapas del proceso de evolución de la humanidad, de nuestras decisiones de actuación social han resultado importantes modificaciones. Tanto en la naturaleza como en la propia sociedad.

De otro modo, como seres humanos -individuos  y sociales a la vez- siempre que intervenimos, incluso para nuestras funciones más elementales, transformamos o modificamos pre-existencias en todos sus aspectos o componentes.

Tanto en los recursos y ecosistemas, como en las rformas sociales y económicas, también en los institucionales y en las formas que adquieren nuestra relaciones sociales reproducción y de convivencia.

Con el transcurrir de la historia, como sociedad hemos ido tomando conciencia de que nuestra relación con la naturaleza, en los proceso de su transformación, no siempre han dado como resultado concreciones positivas. Cada vez más es evidente el surgimiento de problemas ambientales que se expresan de forma aguda en muchos casos, en la destrucción y contaminación de recursos naturales y culturales. Pero no menos alarmantes son los problemas ambientales que se expresan en el deterioro de las condiciones de vida de importantes segmentos de la población que no acceden a los servicios mínimos para garantizar una adecuada reproducción de la vida en sociedad. La exclusión y fragmentación social es uno de los principales problemas ambientales de nuestros días. Igualmente la exacerbada acumulación de riquezas y consumo opulentos y despilfarrador de unos pocos que como contra partida genera el infraconsumo y pobreza en otros crecientes sectores sociales de la humanidad.  

Mucho se habla de que las causas de estos y otros problemas ambientales están en el modelo de desarrollo, de producción y consumo, que promovemos socialmente, que resultan no sostenibles. Pero si bien esto es cierto caben algunas precisiones o preguntas.

¿Quiénes son los que adoptan las decisiones sobre los procesos sociales de transformar la naturaleza?  ¿ .Participamos todos los sectores o clases sociales en la adopción de tales decisiones? ¿Con que orientación se adoptan tales decisiones sobre, qué cómo, cuándo y par quién producir?

Parece claro que las respuestas que demos a estas preguntas serán distintas según nuestra ubicación en los distintos sectores o clases sociales en que se estructuran nuestras sociedades. Pero sin duda no todos incidimos de igual manera en las respuestas que se dan a aquellas preguntas.

A partir de estas mínimas acotaciones hacemos nuestras las definiciones del Programa de Gobierno de nuestro frente Amplio que expresa:

Un posicionamiento del Frente Amplio

La protección del ambiente tiene por finalidad la defensa de la vida en todas sus formas y la búsqueda de las condiciones que permitan mejorar la calidad de vida de la población en armonía con el entorno. Todo ello sobre la base de un uso sustentable de la naturaleza, en donde las diversidades culturales y naturales de las comunidades, impliquen una modalidad de ocupación del territorio que contemple dicha armonía.

Esta definición sustenta nuestro compromiso con las actuales y futuras generaciones, lo que vuelve necesaria la formulación de políticas de desarrollo social y económico que promuevan la sustentabilidad ambiental en todas sus dimensiones (ecológicas, sociales, económicas, políticas, culturales, entre otras). Los planes de desarrollo social y económico del país en su inserción regional e internacional, deben asegurar un adecuado funcionamiento de los sistemas naturales y asumir la gestión ambiental del territorio como un requisito ineludible para el desarrollo de la vida y el cumplimiento de los objetivos.

Los problemas ambientales que hemos generado a lo largo de la historia en nuestro planeta son significativamente importantes. Entre ellos podemos destacar la producción creciente de gases de efecto invernadero, la erosión de los suelos, la concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos, el creciente control privado y la pérdida de calidad del agua, la contaminación del aire y del germoplasma, la pérdida de áreas con alto grado de naturalidad, la extinción de especies vegetales y animales, el uso indiscriminado de productos químicos, la desordenada expansión urbana, el aumento y la disposición final inadecuada de los desechos industriales y domiciliarios, y el agotamiento de los recursos naturales.

La crisis ambiental global se expresa con dureza, en particular, en la dimensión social en los países en desarrollo, donde se observan crecientes segmentos de población segregada y excluida y una significativa fragmentación de los territorios. Los sectores más vulnerables son los más afectados por la contaminación ambiental y los que tienen menor acceso a los bienes naturales. La injusticia ambiental se manifiesta en una creciente negación de derechos a la tierra, al territorio, al agua, a los medios de sustento, a la salud, a disfrutar de un ambiente sano. Allí donde prima una visión economicista del desarrollo no se respetan ni la vida humana, ni la cultura de los pueblos, ni los ecosistemas, ya que se imponen los intereses de las grandes inversiones.

Las causas de la crítica realidad ambiental, se encuentran en el histórico estilo de desarrollo dominante y en sus diferentes manifestaciones, que no repara en aplicar métodos y tecnologías agresivas con el ser humano y el ambiente en aras de un hiperconsumo y dilapidación de recursos, que fomenta la concentración de la riqueza por un lado y, por otro, la exclusión y el subconsumo en la mayoría de los habitantes del planeta.

Históricamente en Uruguay, los temas ambientales no se han consideraron de manera acertada. En este período de sostenido crecimiento económico sustentado en las políticas y reformas impulsadas por nuestros gobiernos nacionales y departamentales, los fundamentales avances en temas institucionales y legales, cuentan cada vez más con la necesaria y vital presencia de la dimensión ambiental en todos los campos.

En consecuencia, las iniciativas de inversión -tanto públicas como privadas- deben ser seleccionadas, diseñadas y adaptadas para asegurar la protección de los elementos que componen nuestros sistemas naturales. Para ello, las estrategias que permitirán sostener el aumento del bienestar social en el largo plazo, reconocen tres pilares ideológicos de sustentación, que se resumen en una profundización política y social de:  

  • el rol del Estado en la conducción del proceso de desarrollo social y económico como intérprete del interés general  

  • la planificación como instrumento sustantivo para la promoción y gestión de los procesos de desarrollo.

  • la participación ciudadana como garantía de transparencia y democratización de los procesos de toma de decisiones.

En síntesis, la posibilidad de incidir en nuestra compleja y preocupante realidad ambiental, pasará por la capacidad política para definir el estilo de desarrollo económico y social, en el contexto de las determinantes y condicionantes nacionales, y de nuestra inserción regional e internacional. A su vez, lograr establecer relaciones sociales armónicas que favorezcan el desarrollo sustentable, demandará también cambios profundos en nuestras actitudes y comportamientos, individuales y colectivos con el fin de transformar los valores y objetivos del modo social dominante de producir y consumir.

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